De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras de los desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera descubrirse la culpa sin vacilación, tan sólo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los signos de un enfermedad acercándoles una linterna diminuta. Así comienza “Plenilunio” de Antonio Muñoz Molina. Editorial Alfaguara.
jueves, 30 de diciembre de 2010
Plenilunio
De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras de los desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera descubrirse la culpa sin vacilación, tan sólo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los signos de un enfermedad acercándoles una linterna diminuta. Así comienza “Plenilunio” de Antonio Muñoz Molina. Editorial Alfaguara.
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"El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido,..."
ResponderEliminarVivimos tan inmersos en la alucinación que desdeñamos cualquier otra concepción de vivir. Por muy monstruoso que haya sido se puede olvidar. Pero no olvidar al modo superfluo de los que nada sienten, y ni tan siquiera viven, sino del que ha encontrado en si mismo la verdad, esa que está en todas partes, a disposición de quién quiera sentirla y vivirla.
¿Sabes? Hay casos documentados de personas a las que un interrogatorio, o varios, mejor dicho, de la policía induce a confesarse culpable a un inocente. Y no hablo de los casos de flagrante falsedad en hacer firmar algo que no has confesado, sino, inducir a la persona a creerse culpable por el convencimiento de los interrogadores de que así era.... ¿Dónde está entonces esa búsqueda de "descubrirse la culpa sin vacilación"?
Cuanto más se profundiza en el conocimiento último, más aprecia uno la falsedad de lo que vivimos como cierto. Y, como ya he mencionado, tan sólo es una alucinación, eso si, colectivamente aceptada.
Ya veo que te sientes atraído por la ciudad de Gijón. Espero la disfrutes. Yo lo hago cada día.
¡Feliz 2011! No se es más, ni menos, por hacer lo que hace la mayoría, más bien todo lo contrario. :) Humildad, sana virtud :)