martes, 29 de enero de 2019

Se supone que el amor es una parte placentera de la vida...




Se supone que el amor es una parte placentera de la vida, pero no hay nadie a quien podamos hacer más daño, o que pueda hacérnoslo a nosotros, que aquellos con quien tenemos una relación. El grado de crueldad que se da entre amantes abochorna a enemigos declarados. Esperamos que el amor sea fuente de satisfacción, pero a veces se convierte en territorio de descuido, deseos no correspondidos, venganza y abandono. Nos volvemos hoscos, mezquinos, gruñones o irascibles y, sin apenas entender cómo o por qué, destrozamos nuestra vida y la de aquellos de quienes alguna vez aseguramos que nos importaban. Extraído de “El arte come terapia” de Alain de Botton y John Armstrong.

lunes, 28 de enero de 2019

Julia, escultura de Jaume Plensa en la plaza de Colón, Madrid. Cuatro "Instantes"





Julia es un proyecto de Jaume Plensa (Barcelona 1955) realizado bajo el mecenazgo, de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson para la ciudad de Madrid. Esta pieza de doce metros de altura se expone sobre el antiguo pedestal de la estatua de Colón, en la plaza del mismo nombre. La obra estará expuesta durante un año, transcurrido este tiempo será sustituida por otra que será seleccionada por concurso público, y así en años sucesivos. 

"Julia ha sido instalada para introducir en ese ruidoso espacio ternura, armonía y silencio, e invita a pensar que una lágrima de vez en cuando ayuda más que un grito"

miércoles, 23 de enero de 2019

El crecimiento personal



El crecimiento personal se produce cuando descubrimos cómo seguir siendo auténticos en presencia de amenazas potenciales. La madurez es la posesión de habilidades para afrontar la realidad: aprendemos a tomarnos con calma cosas que antes nos hubieran sacado de quicio. Somos menos frágiles, nos impresionamos con menor facilidad y, por lo tanto, somos más capaces de lidiar con los hechos tal como son. Como el dramaturgo romano Terencio, podemos decir: “Soy humano. Nada humano me es ajeno”. La frase refleja la idea de aprender a encontrar ecos incluso en las áreas más alejadas de la propia experiencia y cultura. Extraído de “El arte como terapia” de Alain de Botton y John Armstrong