Un chico partió de su casa para estudiar con un reputado
maestro. Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó:"¿Cuánto tardaré en
ser tan sabio como tú?" La respuesta no se hizo esperar: "Cinco
años." "Eso es mucho tiempo", replicó el muchacho. "¿Y si
trabajo el doble?" "Entonces tardarás diez", contestó el
maestro, a lo que el muchacho protestó: "Eso es demasiado tiempo. ¿Y si
estudio también por las noches?" "Quince años", dijo el sabio.
"No lo comprendo", replicó el chico. "Cada vez que prometo
dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por
qué?" "La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el
destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje.
Quienes usan el tiempo sabiamente desde una edad temprana
tienen la recompensa de una vida rica y productiva. Quienes jamás han conocido
el principio de que "dominar el tiempo es dominar la vida" nunca
llegarán a ser conscientes de su enorme potencial humano. El tiempo todo lo
iguala. Tanto el rico como el desposeído, tanto el que vive en Texas como el
que vive en Tokio, todos disponemos de los mismos días de veinticuatro horas.
Lo que distingue a quienes viven una vida de excepción es el modo en que
emplean el tiempo.
"El monje que vendió su ferrari" Robin S. Sharma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.