Se supone que el amor es una
parte placentera de la vida, pero no hay nadie a quien podamos hacer más daño,
o que pueda hacérnoslo a nosotros, que aquellos con quien tenemos una relación.
El grado de crueldad que se da entre amantes abochorna a enemigos declarados.
Esperamos que el amor sea fuente de satisfacción, pero a veces se convierte en
territorio de descuido, deseos no correspondidos, venganza y abandono. Nos
volvemos hoscos, mezquinos, gruñones o irascibles y, sin apenas entender cómo o
por qué, destrozamos nuestra vida y la de aquellos de quienes alguna vez
aseguramos que nos importaban. Extraído de “El arte come terapia” de Alain de
Botton y John Armstrong.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.