De un tiempo a esta parte, nuestro enemigo no tiene enemigos, y en consecuencia todo lo ve global, todo absoluto. Sus neuronas son espingardas; sus pensamientos son arcabuces; su corazón, unidad blindada.
Para sus malditos creadores la globalización significa la captura ad infinitum del poder omnímodo. Pero es también el sistema adicional de acabar con la humanidad. Tal vez sus gestores no advirtieron que la humanidad no sólo incluye a los seres comunes, a los intelectuales y a los menesterosos, sino también a los dueños del poder, a los fabricantes de misiles y a los empresarios de la muerte.
La globalización desprecia a todo lo no global, desde el desmesurado universo hasta el grillo minúsculo y sonoro. Es la agonía sin fin de la esperanza, el futuro inundado de malogros, el desperdicio de la soledad.
La globalización es un volcán sin nombre y su lava hirviente y derramada acaba con las faunas y las floras. Mario Benedetti. Vivir adrede. Editorial Alfaguara.
Es una pena que no aprendamos a pensar de otro modo. Sería muy productivo para el cambio que tanto ansiamos todos pero que nadie parece dispuesto a realizar. Cambio yo, cambia el mundo.
ResponderEliminarSi lo sabré yo :)
Un abrazo. Hasta cuesta escribir lo del abrazo a muchos... y otros lo ponen porque sí, sin sentirlo... jijijiji... de verdad que el mundo es muy divertido, tan sólo hay que aprender a mirar de otro modo.
Otro abrazo :))