Las cosas que más tiempo nos acompañan –nuestros grandes amores, nuestros grandes anhelos y fracasos- tienen siempre la edad de la juventud, porque amores, anhelos y fracasos comparten ese lugar donde la inconsciencia y la ambición se encuentran. Toda obra humana llamada a perdurar nace ahí, del conflicto irresoluble entre lo deseado y lo posible, entre nuestro ideal y nuestras fuerzas; toda obra humana nace de la encrucijada donde dialogan nuestra sabiduría y nuestra ignorancia.
Extraído de “La luz es más antigua que el amor” de Ricardo Menéndez Salmón. Editorial Seix Barral.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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