La corrupción, evidentemente, es el síntoma de una enfermedad del Estado. Ahora bien, la cosa no acaba –ni comienza- aquí. Late un supuesto muy hipócrita en algunos planteamientos referentes a la corrupción; es el supuesto de que la mayoría de los políticos son unos sinvergüenzas en tanto que la mayoría de los ciudadanos son unos ángeles. En primer lugar, para que haya políticos corruptos ha de haber ciudadanos corruptores; en segundo lugar, la mayoría de los políticos, al menos en lo económico, son gente honrada. (Las pasiones y las patologías del animal político discurren por otros ámbitos.) El meollo de la cuestión está en el mismo cuerpo social. Es probable, por ejemplo, que muchos españoles no reprochen tanto a los corruptos su corruptela como su torpeza.
Otro planteamiento incorrecto: puesto que hay corrupción, la democracia está podrida. Se olvida que es precisamente la democracia la que permite denunciar la corrupción. Aquí lo importante es que la denuncia se haga desde el convencimiento y no desde el cinismo político. El caso es que la crítica al político no exime al ciudadano. La corrupción hay que combatirla, ante todo desde el interior de la propia conciencia. La democracia exige que un mínimo de ciudadanos posea eso que se llama responsabilidad moral.
A diferencia de la responsabilidad jurídica, la responsabilidad moral no es una institución sino una figura subjetiva. La responsabilidad moral remite a esa misteriosa relación que cada cual tiene consigo mismo. Ahora bien, el problema de nuestra época surge porque el espacio interior, la relación de cada cual consigo mismo, ya no viene presidida, como en los tiempos de Kant, por la llamada “conciencia moral universal” Hoy cada cual tiene su propia conciencia, su propio sistema de valores, su propia topografía moral. En un contexto pluralista no hay códigos universales, y uno tiene que autodefinirse sabiendo que no hay valores absolutos…. 17 abril 1994. Extraido de “Asimetrias” de Salvador Pániker. Editorial Debate.
La corrupción está en las personas, y los políticos los son. Fuera de la política no cuesta mucho encontrar a gente que use en la medida de lo posible sus influencias para enriquecerse o sacar algún tipo de provecho, lo que pasa que eso no se entiende como corrupción.
ResponderEliminarLa diferencia con los políticos, al menos yo lo veo así, es que a éstos los elegimos entre todos y cuentan con nuestra confianza; y si se enriquecen, se llevan el dinero de todos.
En España además está como asumido que político y chorizo vayan de la mano. Hasta ellos mismos, al denunciarse unos a otros, siempre utilizan el "y tú más".
Tampoco se puede hacer gran cosa al respecto, porque aunque hubiese una revolución que echase a toda la clase política, los que les reemplazasen con el tiempo se volverían iguales, va con el ser humano.
Un saludo
Totalmente de acuerdo contigo Paco. Yo "odio" la política, si se puede utilizar la palabra odio. Creo que todos somos corruptos en mayor o menor medida, si nos dan facilidades para hacerlo. Si yo estuviese en un alto cargo y pudiese utilizar mis influencias o amistades para colorar a mi hijo, mi hermano, etc.. y sin que se note mucho, seguro que lo haría, bueno, en principio pienso que no, pero no pongo la mano en el fuego por mi ni un poquito, imagina por los demas.
ResponderEliminarVa con el ser humano, efectivamente, pero hay algunos que somos más humanos que otros, solo eso.
Pasadlo bien esta semana santa y Sebas, cuida de tu chica que se marchó ayer muy perjudicada.
Un besazo fuerte
Paco, estoy totalmente de acuerdo que este defecto, como otros muchos, va con la condición humana. En tiempos del Imperio Romano hay muchas citas que tratan el tema de la corrupción y que denuncian los mismos desmanes por parte de los políticos y la sociedad que nos afectan ahora y que generación tras generación han repetido.
ResponderEliminarLa codicia, la avaricia, "el ansia" que diría José Mota, está con nosotros.
Ana, ya la cuido. Esta tarde hemos dado un buen paseo por la playa.
Abrazos Paco, besos Ana.
En la próxima entrada ya os enseño alguna foto de esta misma tarde.