Foto: Cala Comte. Ibiza Islas Baleares. España
Jadeante, teníamos que abandonar la playa. Ya entonces el tiempo me parecía deliciosamente corto y largo a la vez. Ese lugar, la costa, vasto arco arenoso que se estiraba perezoso y que las olas devoraban, permitía los baños más intrépidos, sin mucho peligro pero sí enorme placer. Desde por la mañana, con mis primos, nos zambullíamos sin tregua bajo las ondas o saltábamos sobre sus crestas, sin aliento, ebrios de aquellos revolcones sin fin, y no volvíamos al punto de encuentro general, la sombrilla familiar, más que para devorar un pastelito o un racimo de uvas antes de regresar a toda velocidad hacia el mar. Muriel Barbery. Rapsodia Gourmet. Editorial Seix Barral.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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