La utopía tecnológica como mecanismo de salvación es una falacia que sólo pueden creer a pies juntillas los cibercretinos. La tecnología es una herramienta para el arte como en su tiempo lo fue el óleo o la fotografía. Una herramienta que es inútil por si misma. La verdadera tecnología es nuestro cerebro. En palabras de Anthony Robins: “cada uno tiene a su disposición el ordenador mas increíble del planeta, pero desgraciadamente nadie nos ha dado el manual de instrucciones”