miércoles, 7 de septiembre de 2011

El día antes de la felicidad

Foto: Aula donde impartió clase Antonio Machado en Baeza (Jaén)

En el colegio estaban los pobres y los demás. Los de la pobreza como yo recibían a las once un trozo de pan con mermelada de membrillo, que nos traía el bedel. Junto a él entraba un olor a horno con el que se te hacía la boca agua. A los demás, nada, ellos tenían una merienda que se traían de casa. Otra diferencia era que los de la pobreza llevaban en primavera la cabeza rapada a causa de los piojos, los demás conservaban el pelo.

Se escribía con plumilla y con la tinta que estaba en cada pupitre dentro de un agujero. Escribir era como pintar, se mojaba la plumilla, se dejaban caer las gotas hasta que solo quedaba una y con ésta podía escribirse casi media palabra. Después se mojaba otra vez. Nosotros los de la pobreza secábamos la hoja con el aliento cálido. Bajo el soplido, el azul de la tinta temblaba cambiando de color. Los demás secaban con el papel secante. Era más hermoso nuestro gesto, que levantaba viento sobre la hoja extendida. Los demás, en cambio, aplastaban las palabras bajo la cartulina blanca. Extraído de “El día antes de la felicidad” autor Erri de Luca, editorial Siruela.

2 comentarios:

  1. En mi infancia, tambien escribia con plumilla y habia que tener muy buena caligrafia, y usar papel secante ,y esos pupitres donde compartia asiento con otras compañeras de clase, me traen muy buenos recuerdos de la infancia, aunque la enseñanza entonces era muy severa y habia que aprender la lección de memoria.

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  2. Bonito texto. Qué habilidad para hacer poesía de una simple hoja de papel. No sé si las pizarras digitales de ahora le inspirarían igual.

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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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