Ven hasta mi corazón, alma cruel y sorda
tigre adorado, monstruo de aire indolente;
quiero hundir largo tiempo mis dedos temblorosos
entre el espesor de tus densos cabellos;
Y entre tus faldas que tu fragancia impregna
sepultar mi cabeza dolorida,
y respirar lo mismo que una flor ajada
de mi difunto amor el dulcísimo aroma.
¡Quiero dormir prefiero los sueños que la vida!
en un sueño muy largo más dulce que la muerte,
sin penas ni pesares sembraré mis caricias
sobre tu bello cuerpo pulido como el cobre,
Y para devorar mis sollozos ya en calma,
nada vale el abismo profundo de tu lecho;
el poderoso olvido habita en tu boca
y en tus besos derrama su corriente el Leteo.
A lo que es mi destino, desde hoy mi deleite,
obedeceré como un predestinado;
condenado inocente, mártir dócil,
cuyo inmenso fervor enciende las hogueras
sorberé, diligente, para anegar mi rencor,
el pérfido nepentes y la buena cicuta
en los breves pezones de tus agudos senos
tras los cuales jamás latió tu corazón.
tigre adorado, monstruo de aire indolente;
quiero hundir largo tiempo mis dedos temblorosos
entre el espesor de tus densos cabellos;
Y entre tus faldas que tu fragancia impregna
sepultar mi cabeza dolorida,
y respirar lo mismo que una flor ajada
de mi difunto amor el dulcísimo aroma.
¡Quiero dormir prefiero los sueños que la vida!
en un sueño muy largo más dulce que la muerte,
sin penas ni pesares sembraré mis caricias
sobre tu bello cuerpo pulido como el cobre,
Y para devorar mis sollozos ya en calma,
nada vale el abismo profundo de tu lecho;
el poderoso olvido habita en tu boca
y en tus besos derrama su corriente el Leteo.
A lo que es mi destino, desde hoy mi deleite,
obedeceré como un predestinado;
condenado inocente, mártir dócil,
cuyo inmenso fervor enciende las hogueras
sorberé, diligente, para anegar mi rencor,
el pérfido nepentes y la buena cicuta
en los breves pezones de tus agudos senos
tras los cuales jamás latió tu corazón.
EL LETEO, Charles Baudelaire.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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