… A veces me entra cierto desaliento, la desvaída sospecha de que a lo peor lo que sucede es que nunca aprendemos nada, o casi nada. Que tal vez esa mitificación de la experiencia y de la sabiduría que la vida te proporciona (idea en la que creo y que siempre sostengo con notable entusiasmo) no sea sino una manera de endulzar la amargura de envejecer. Una mentira piadosa que nos decimos a nosotros mismos, De hecho, demasiadas veces nos sorprendemos repitiendo los mismos errores una y otra vez a lo largo de nuestra existencia… adquirimos conocimientos específicos y destrezas técnicas, estudiamos carreras universitarias, conseguimos hacernos expertos en la construcción de puentes o en las operaciones a corazón abierto. Pero estoy hablando del aprendizaje esencial, de la madurez emocional. Hablo de la sabiduría de vivir… Me pregunto si he aprendido algo. Rosa Montero. El País Semanal 7 febrero 2010.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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