Tanto estudios de marcado llevados a término por empresas del sector como investigaciones académicas demuestran que antaño el grueso de la producción de instantáneas compendiaba escenas familiares o de viajes: era una forma de salvaguardar vivencias felices, oasis en el desierto de una existencia tediosa. Hoy quienes más fotos hacen ya no son los adultos, sino los jóvenes y los adolescentes. Y las fotos que hacen no se conciben como “documentos”, sino como “divertimentos”, como explosiones vitales de autoafirmación; ya no celebran la familia ni las vacaciones sino las salas de fiesta y los espacios de entretenimiento. Constituyen la mejor plasmación de las imágenes-kleenex: usar y tirar. Producimos tanto como consumimos: somos tanto homo photographicus como llanos foto-adictos, cuantas más fotos mejor, nada puede saciar nuestra sed de imágenes, el soma de la posmodernidad.
Extraído de “La Cámara de Pandora” “La fotografía después de la fotografía” de Joan Fontcuberta
eso es verdad.....
ResponderEliminarQué pena el perder el valor de las cosas... es algo que tenemos que intentar transmitir a nuestros descendientes, tanto a nuestro alcance... se pierde el norte, se pierde el valor.
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