En 1906, Picasso, que a sus 26 años ya se desenvolvía como pez en el agua en los ambientes intelectuales y artísticos parisinos, pidió a Gertrude Stein que posara para él. Después de más de ochenta sesiones y cuando parecía que el lienzo ya estaba terminado, Picasso, insatisfecho, borró bruscamente el rostro y dejó el trabajo abandonado. Quienes habían tenido la oportunidad de contemplar las fases anteriores del retrato se habían mostrado muy complacidos con el resultado, pero para Picasso no era suficiente. Emprendió entonces un viaje a Barcelona y pasó una temporada en los Pirineos, en Gósol y en Horta de Sant Joan, donde su estilo empezó a cambiar influido por las esculturas ibéricas arcaicas y por los frescos del románico catalán. De vuelta a París, Picasso retomó el lienzo y siguió pintando de memoria la cara de Stein, sin encontrarse de nuevo con ella. Sus facciones aparecían ahora desproporcionadas, afiladas e inmóviles como una máscara, mientras que las manos y el resto del cuadro seguían más angulosos y suaves. El rostro había evolucionado hacia un nuevo concepto de abstracción. Cuenta Stein en sus memorias que cuando vio el cuadro exclamó desconcertado: “No me parezco en nada” y Picasso replicó: “Ya te parecerás”.
Extraído de “La Cámara de Pandora” “La fotografía después de la fotografía” de Joan Fontcuberta
Extraído de “
Qué genio más loco!!!
ResponderEliminarYo que ella me hubiera quedado muy tranquila al respecto, sabiendo que el tipo estaba totalmente del tomate.
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