Esta historia sucedió hace muy pocos años, en una época que sin embargo a los jóvenes de hoy día les parecerá prehistórica. En aquel tiempo, en efecto, no existía la televisión. Era la radio la que ejercía su imperio sobre las mentes y calentaba la imaginación. Y no hay que pensar que su poder era inferior al de nuestra televisión, sino muy al contario. Las voces, al carecer de rostro y de mirada, tenían todavía más misterio y su magia actuaba sobre los hombres y mujeres que la escuchaban con una eficacia a veces extraordinaria. Hay que tener en cuenta que en ciertas religiones los decretos de Dios se manifiestan mediante una voz que desciende de un cielo vacío. Por esos los “spiquers” –así se les llamaba- aparecían ante el gran público como criaturas incorpóreas y dotadas de ubicuidad y eran a la vez omnipotentes e inaccesibles... El urogallo, Alfaguara 1988. Michel Tournier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.