Sólo siento indiferencia ante lo que pueda ocurrir, ya sean dificultades, sufrimientos, vida y muerte. En realidad, uno cae en la inquietud y el temor porque le importa su vida y su confort. Soy vieja y he conseguido más o menos todo lo que he deseado en este mundo. La sabiduría consiste, pues, en no permitir que me invada la agitación. Si el final está cerca, no tiene menor importancia. Alexandra David-Néel, Tíbet, 1920. Extraído de Viajeras Intrépidas y Aventureras, Cristina Morató.