Los hábitos son mecanismos aprendidos que automatizan ciertas conductas de tal modo que nos permiten realizarlas con mayor facilidad, perfección, y sin necesitar que prestemos atención. Son indispensables para toda actuación eficiente. Un violinista no podría interpretar bien si no tuviera perfectamente automatizada la digitación. No se puede escribir bien en un idioma que no se domina, es decir, que no se ha automatizado. Sin embargo, los hábitos pueden liberarnos, pero también pueden esclavizarnos. Por eso deben estar sometidos a una vigilancia superior. Intentar resolver un problema de manera rutinaria sólo sirve cuando los problemas son muy elementales. El mecanismo puede dispararse automáticamente e intentar someter a su acción cualquier conflicto, en lugar de acomodarse él al conflicto. Los estudios sobre el fracaso de los directivos empresariales o de los políticos atribuyen muchos de ellos a la creencia de que lo que funcionó en un caso debe funcionar siempre. José Antonio marina. La inteligencia fracasada.