A los que se quedaron dormidos en el nunca, a los que sueñan sus verdades y se las niegan, a los que tiene mucho miedo, y lloran por cualquier cosa, y se ocultan la cara de vergüenza. A los tímidos, a los solos, a los raros, a los que dudan y dudan y les llaman inmaduros, débiles. A los que duermen en al fría cama del psiquiátrico, a las madres que cogen la mano de su hijo ingresado. Os digo que no vendan verdades, que la verdad no existe, la verdad y la razón son creaciones del hombre, para doler, para medir. Hay que luchar contra el silencio, y la ignorancia, Somos personas, no somos enfermos. ¿Quién tiene la Verdad absoluta, La Realidad Absoluta?... Que la muestre, que la enseñe si puede… ¡Es mentira, mentira, no existe! A los que llevan cicatrices de haberse rajado las venas, a los que consiguieron no rajárselas, a los que le paraliza la angustia, les paraliza para ser, amar, soñar. A los que llaman vagos, idiotas, locos, débiles. No escuchéis la voz de los que viven sólo para afirmar, controlar, o los que saben adónde van, dónde están, quiénes son, los que llevan la frente alta y no les tiembla la voz. A los que la ansiedad-la sociedad les hace fumar dos paquetes diarios, a los que no son sociables, ni aptos, ni lúcidos, no extrovertidos, ni empáticos, ni asertivos, ni normales. A los que nunca superarán un test psicotécnico, a los que llevan medicación en el bolso y el monedero vacío. A los que ahora están atados a una cama y no nos oyen, a los psiquiatras que abrazan a sus pacientes y pidieron alguna vez consejo al que llamaron esquizofrénico. A los que tenemos certificado de disminución y leemos a Lorca y a Nietzsche y lo que haga falta. A los que no soportaron el túnel y se fueron para siempre, a los que atravesamos cada día el túnel agarrados a las paredes negras. A todos los que saben o quieren escucharnos, y no se fían sólo de los manuales, libros, tesis, estudios y estadísticas. A los psicólogos que dan besos. A los que hemos pasado ya el infierno y el cielo y no queremos volver nunca más allí. A los que roban dolor y devuelven en sonrisas, dice Sabina. Y sobre todo, a todas esas pupilas dilatadas de tanta química que miran aturdidas y absortas pero tienen luz más hermosas: “Que no existe locura sino gente que sueña despierta”. Cristina Martín – Princesa Inca, es miembro de Radio Nikosia.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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