Temo a la persona
de pocas palabras.
Temo a la persona
silenciosa.
Al sermoneador, lo
puedo aguantar;
al charlatán, lo
puedo entretener.
Pero con quien
cavila
mientras el resto
no deja de parlotear,
con esta persona
soy cautelosa.
Temo que sea una
gran persona.
Emily Dickinson “El
viento comenzó a mecer la hierba”
Editorial Nórdica. Edición bilingüe.
...Desgraciadamente, amigo Sebas, no gozamos de demasiados silencios.
ResponderEliminarUn abrazo en silencio
Abrazos Salvador, buenas noches.
EliminarUna fantástica reflexión para aprender a callar, y sobre todo a escuchar.
ResponderEliminarSaludos.
Del exceso de palabras y de su mala utilización estamos sobrados.
EliminarHay que aprender a ser mas cautos en lo que hacemos y decimos. Gracias
ResponderEliminar