Foto: Vistas desde Calatañazor (Soria)
Decía Julio Senador Gómez (1872-1962) refiriéndose a los escritores de la generación del 98: "Venid vosotros, los representantes de la vaga y amena literatura los que fingís admirar esta tierra como 'semillero de héroes y plantel de santos', los que, sin haber pisado un surco, os embriagáis con la 'fragancia de sus mieses', dejad de sobrecogeos con los 'inmensos espacios vacíos donde la mirada se pierde en transparentes lontananzas', dejad las músicas celestiales y venid a ver lo que es este país por dentro, estos bosques asolados por el hacha, estos viñedos asesinados por la filoxera, estos pueblos semibárbaros, esta incomunicación, este abandono, esta ferocidad, este hambre, que son vergüenza de España y afrenta de la civilización de nuestro siglo".
Es decir, para Senador y sus amigos vallisoletanos, los del noventa y ocho no pasaban de ser turistas que se habían dado una vuelta por Castilla. Venidos de todos los puntos de España, de Galicia (Valle), del País Vasco (Unamuno, Maeztu), del Levante (Azorín), de Andalucía (los Machado), de todos los lugares excepto de Castilla, ninguno de ellos tenía la más mínima credibilidad al hablar sobre esta tierra.
Eran, eso sí, turistas ilustrados, dispuestos a sacar maravillosas "instantáneas" de su periplo castellano, que luego se plasmarían en ensayos, en poemas, en cuentos... maravillosamente superficiales. Ninguno de ellos penetraría más allá de la "cáscara" de Castilla. Ramón Buckley. Profesor de la American University.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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