viernes, 27 de noviembre de 2009

Faharenheit 451

Foto: Jardines de Las Tullerias. París.

… Mientras tanto, nuestra búsqueda de una revista que publicara partes de Fahrenheit 451 llegó a un punto muerto. Nadie quería arriesgarse con una novela que tratara de la censura, futura, presente o pasada.
Fue entonces cuando ocurrió la segunda gran novedad. Un joven editor de Chicago, escaso de dinero pero visionario, vio mi manuscrito y lo compró por cuatrocientos cincuenta dólares, que era todo lo que tenía. Lo publicaría en los número dos, tres y cuatro de la revista que estaba a punto de lanzar.
El joven era Hugh Hefner. La revista era Playboy, que llegó durante el invierno de 1953 a 1954 para escandalizar y mejorar el mundo. El resto es historia. A partir de ese modesto principio, un valiente editor en una nación atemorizada sobrevivió y prosperó. Cuando hace unos meses vi a Hefner en la inauguración de sus nuevas oficinas en California, me estrechó la mano y dijo: “Gracias por estar allí”. Sólo yo supe a qué se refería.
Sólo resta mencionar una predicción que mi bombero jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillas ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe…. Ray Bradbury, autor de Faharenheit 451.

Nota: El título hace referencia a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde (equivale a 233º C).

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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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