Borges nos describe en uno de sus relatos a un emperador que quería poseer un mapa de su imperio. Los cartógrafos pusieron manos a la obra, pero el emperador no quedó satisfecho con ninguno de los mapas que le presentaron. Consideraba que faltaban muchos detalles; no dejaba de descubrir lugares, caminos, colinas, arroyos que no figuraban en el mapa. Al final le presentaron uno del tamaño de su propio reino.