Cuando una imagen queda atrapada
en la placa, arrancándose del tiempo y del espacio, su pura inmovilización
provoca ya la potencial extrañeza de la realidad más banal o más cercana. Al
perpetuar la imagen en uno de sus instantes, la cámara consuma un acto de
extrañamiento que inflige al objeto real una pequeña muerte simbólica. Una foto
detiene y separa una imagen, dejándola en suspenso entre el antes y el después,
apartándola, por ende, de sus coordenadas convencionales de realidad. En el
tiempo fijo de sus imágenes, la fotografía puede, en los casos más afortunados,
eternizar la fugacidad y desplegar así la espesura condensada en la diferencia
infinitesimal de un segundo. Extraído de “Lo visible y lo invisible en la
imagen fotográfica” autor Nelly Schnaith. Editorial La Oficina.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.