Rebuscando en mi biblioteca a ratos perdidos me encontré con un curioso ejemplar sobre titulares y noticias disparatados, uno de esos libros que, de tanto en tanto, se publican para demostrar la ignorancia, la vulgaridad o, simplemente, la precipitación con que actúan quienes fabrican los diarios. La portada del volumen reproducía la primera página de un periódico de provincias español cuya noticia principal rezaba: “Muere aplastado por una piedra mientras hacía el amor con una gallina”. Junto al titular, una fotografía de mala calidad ofrecía la prueba fehaciente del suceso, en el que una roca de varis toneladas había machucado la existencia de un pobre campesino dedicado al refocilo con la ponedora. Puede pensarse que este argumento es una visión marginal o atípica de la función del periodista, pero en realidad entronca bastante bien con los orígenes del mismo. Las noticias raras y absurdas han gozado siempre de un protagonismo admirable desde que se instalaron los precedentes más conocidos de la historia del periodismo moderno: los gazzettanti veneciano o los canard parisinos. Juan Luis Cebrián. El País 30 de mayo 2009.