El miedo a que otra persona cambie la imagen que tiene de mí depende de que sienta que mi integridad, mi identidad, mi dignidad depende de la evaluación de los otros, e implica que mi juicio sobre mí mismo depende del juicio de los demás. Y no sólo del juicio de una persona significativa, sino de cualquiera. Hay aquí un desajuste de algo necesario: el aprecio de los demás. En estos casos la dependencia es tan exagerada que produce una anulación del valor intrínseco, sacrificado a la evaluación exterior. Dicen las crónicas que cuando los cortesanos de los reyes absolutos caían en desgracia, y se los privaba de estar en la cercanía del monarca, incluoso como meros comparsas, caían en una melancolía que les consumía hasta matarlos. Las culturas muy comunitarias fomentan estos sentimientos. En Japón hay un miedo social muy intenso llamado taijin kyofusho, un temor a molestar a otro con un comportamiento social inadecuado. Una sonrisa inadecuada, o una negativa demasiado tajante. José Antonio Marina. Anatomía del miedo.