Leo con alivio que el Ejército ha decidido cambiar la fórmula de la jura de bandera. En mis tiempos teníamos que “besar la bandera con unción” lo que creaba problemas de todo tipo en la tropa. El analfabetismo era muy alto y nadie sabía a ciencia cierta cómo era un beso de esas características, así que fuimos a preguntárselo al sargento.
-Mi sargento, ¿cómo se besa con unción?
-¿Qué es eso? –preguntó con desconfianza.
-Lo que pone aquí en la fórmula de la jura de bandera.
El sargento cogió el papel y se centró unos instantes en el texto con expresión de masticarlo trabajosamente. Por fin, levantó lo ojos, puso cara de astucia y dijo que él había asistido a muchas juras de bandera en su carrera militar y nadie le había hecho esa pregunta. Estaba insinuando que éramos unos comunistas de mierda, porque sólo a un comunista se le podía ocurrir la idea de entender lo que leía.
-Vosotros la besáis y punto.
-Es que queremos besarla con unción –insistí yo en un arrebato suicida.
-Espera un momento –dijo con fastidio, y se metió en el pabellón de suboficiales de donde salió al poco con un diccionario.
Tras una búsqueda laboriosísima encontró el término maldito y leyó en voz alta, con desconcierto creciente:
-Unción: Acción de ungir o untar.
- Entonces es que tenemos que darle un lametazo –dijo un recluta de Toledo que formaba parte de la comisión.
-Ni se te ocurra, imbécil –gritó el sargento-. Al que le dé un lametazo a la bandera lo fusilo.
Fue la peor jura de toda la vida: le aterraba la posibilidad de que el generalato advirtiera que besábamos de manera normal, sin unción, el símbolo patrio. Ahora he leído que van a quitar esa exigencia absurda de la ceremonia. Y no es que les parezca mal, sino que no han logrado averiguar lo que quiere decir. Juan José Millas.
-Mi sargento, ¿cómo se besa con unción?
-¿Qué es eso? –preguntó con desconfianza.
-Lo que pone aquí en la fórmula de la jura de bandera.
El sargento cogió el papel y se centró unos instantes en el texto con expresión de masticarlo trabajosamente. Por fin, levantó lo ojos, puso cara de astucia y dijo que él había asistido a muchas juras de bandera en su carrera militar y nadie le había hecho esa pregunta. Estaba insinuando que éramos unos comunistas de mierda, porque sólo a un comunista se le podía ocurrir la idea de entender lo que leía.
-Vosotros la besáis y punto.
-Es que queremos besarla con unción –insistí yo en un arrebato suicida.
-Espera un momento –dijo con fastidio, y se metió en el pabellón de suboficiales de donde salió al poco con un diccionario.
Tras una búsqueda laboriosísima encontró el término maldito y leyó en voz alta, con desconcierto creciente:
-Unción: Acción de ungir o untar.
- Entonces es que tenemos que darle un lametazo –dijo un recluta de Toledo que formaba parte de la comisión.
-Ni se te ocurra, imbécil –gritó el sargento-. Al que le dé un lametazo a la bandera lo fusilo.
Fue la peor jura de toda la vida: le aterraba la posibilidad de que el generalato advirtiera que besábamos de manera normal, sin unción, el símbolo patrio. Ahora he leído que van a quitar esa exigencia absurda de la ceremonia. Y no es que les parezca mal, sino que no han logrado averiguar lo que quiere decir. Juan José Millas.