jueves, 25 de junio de 2015

Fotografiar lo efímero

Plaza Mayor, Madrid. Foto Sebas Navarrete

Una mezcla de alegría, adrenalina y tristeza surge cada vez que intento fotografiar lo efímero. Nunca nada volverá a ser lo mismo… Lo mejor es no tener memoria…
Dicen que donde fuiste feliz nunca debes volver, la felicidad marchó a otro puerto.

¿Qué es lo que se escapó, qué dejé pasar…? Nombres, personas, bailes, pueblos, carreteras, paisajes, sol y mucho sol… Siempre queda la duda de saber si algo quedó latente, a la espera de ser revelado… Nunca lo sabremos, prefiero no pensarlo.

Cada viaje, cada lugar que visito, cada persona que retrato… Cada clic de la cámara es un reto en el que pretendo proyectar el final deseado de un guión que no estará escrito con mi letra pero que soy su único lector.

El fotógrafo tiene algo de Oráculo, de Tiresias… Ver antes de que suceda…

Mover las velas para llegar a un puerto conocido pero en el que aún no estuve. Y olvidarse de todo al final del camino… La felicidad marchó a otra parte.

El rostro es un mapa, la mirada un espejo, una pregunta.

Encuentro fortuito, miradas soñadas, deseadas, perdidas.

El retrato es un encuentro, un diálogo en silencio, una búsqueda de uno mismo en el otro. Del otro. ¿Qué es lo que será revelado?. ¡Bienvenidos al baile!

Adrenalina… Suena la música y sigo buscando algo que no recuerdo que conozco pero que al verlo me es familiar, esa es la foto… Luego, ya sabes, empieza otro viaje.


Gabriel Barceló, fotógrafo.

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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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