La Umbría, La Rioja. Octubre 2014. Foto Sebas Navarrete |
La Umbría, La Rioja. Octubre 2014. Foto Sebas Navarrete |
La Umbría, La Rioja. Octubre 2014. Foto Sebas Navarrete |
La Umbría, La Rioja. Octubre 2014. Foto Sebas Navarrete |
La Umbría, La Rioja. Octubre 2014. Foto Sebas Navarrete |
En época de vacaciones, el
mundo se llena de gente que corre de un espectáculo a otro con el deseo
evidente de ver muchas cosas en poco tiempo. Si es para hablar de ellas, nada
mejor, puesto que es preferible tener muchos nombres de lugares para citar; es
algo que llena el tiempo. Pero si lo hacen para su propio placer, y para ver
realmente, no acabo de entenderlos. Cuando se ven las cosas corriendo, éstas se
parecen mucho. Un torrente siempre es un torrente. De este modo, quien recorre
el mundo a toda velocidad no es mucho más rico en recuerdos al final de su
viaje que al comienzo.
La verdadera riqueza de los espectáculos
está en los detalles. Ver es recorrer los detalles, detenerse un poco en cada
uno y, nuevamente, captar el conjunto con una mirada. Ignoro si los demás
pueden hacer eso rápidamente, y correr a otra cosa y recomenzar de nuevo. Yo no
sabría hacerlo. Qué dichosos son los habitantes de Rouen, que cada día pueden
mirar algo hermoso y aprovechar de Saint Ouen, por ejemplo, como de un cuadro
que tuviera en su casa.
Cuando se visita un museo o un
país turístico una única vez es casi inevitable que los recuerdos se difuminen
y acaben por formar una especie de imagen gris, de líneas difusas.
Para mi gusto, viajar es
recorrer un metro o dos, detenerse y mirar otra vez un nuevo aspecto de las
mismas cosas. A menudo, sentarnos un poco a la derecha o a la izquierda es
suficiente para cambiarlo todo, mucho más que si recorriéramos cien kilómetros.
Si voy de torrente en torrente
encuentro siempre el mismo torrente. Pero si voy de roca en roca, el mismo
torrente se transforma en otro a cada paso que doy. Y si me fijo en una cosa ya
vista, me sorprende más que si fuera nueva, y realmente es más nueva. Se trata,
únicamente, de escoger un espectáculo rico y variado, a fin de no dormirse en
la costumbre. Hay que añadir que a medida que uno aprende a ver, un espectáculo
cualquiera encierra gozos inagotables. Además, en cualquier parte uno puede ver
el cielo estrellado. Este sí que es un hermoso precipicio. 29 de agosto de
1906. “Viajes” Émile Chartier. Extraído de Mira a lo lejos, 66 escritos sobre
la felicidad. Editorial RBA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.