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Museo Reina Sofía (Madrid) Foto Sebas Navarrete |
La vulnerabilidad nos permite ejercer un poder sin igual
que es el poder de la elección. Sentirse vulnerables tanto puede hundirnos como
revelarnos nuestra naturaleza transformadora. Porque somos frágiles, elegimos
ser grandes. Porque la vida nos pesa, elegimos que tenga sentido. Porque tiene
tanto de levedad, decidimos convertirnos en una bella, bondadosa y verdadera
creación.
No hay que huir de la vulnerabilidad, sino abrazarla. Hay
que amarla como parte de nosotros mismos y permitirle que nos exponga a nuevos
estadios de crecimiento. Abrazar la vulnerabilidad es sostenernos a nosotros
mismos amarnos desde el lado por el que solemos oscurecer. Es sentirnos vivos,
sentirnos amantes.
No hay nada más vulnerable que un recién nacido. No
obstante, cuánto potencial de vida esconde, cuánta fuerza se halla en su llanto
y cuánto amor genera a su alrededor. Al fin y al cabo, solo el amor es perenne,
solo él nos cura las heridas. Lejos de su grandeza es cuando más nos sentimos
vulnerables. Extraído de “La fuerza de la vulnerabilidad” por Xavier Guix. El
País Semanal. 2/09/2012