Foto Sebas Navarrete |
Nunca me ha resultado fácil comprender la extinción del tiempo, aceptar, como otros parecen hacer, la expansión y el correspondiente encogimiento de las estaciones o la aceptación consciente de que ha finalizado un año y otro comienza. Hay en esto algo que denota nuestra impotencia fundamental y hasta qué punto la mayor parte de la sustancia de nuestras vidas está destinada a la pérdida y la opacidad. Incluso las partes de la oración se apropian de la lengua, de manera que decir “pasaron doce años” es negar la realidad de la lógica biográfica. ¿Cómo es posible que tan pocas palabras puedan expresar una duración tan larga?, ¿de qué manera nos ha sido sustraído ese tiempo? Meses, semanas, días, horas extraviadas, y también la época de la vida más preciosa, cuando el cuerpo goza de su máximo vigor, cuando se abre a las sensaciones que lo asaltan como no volverán a hacerlo jamás. -Carol Shields - La memoria de las piedras.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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