No soy escritor: sería incapaz de recrear con fidelidad lo que fueron aquellos meses, un período de tiempo que, pese a la guerra que todo lo incendiaba a nuestro alrededor, pese a las dificultades y penurias que hubiéramos de pasar, fue sin dudarlo el más profundamente feliz y apacible de mi vida. Por una perversa despreocupación nacida de esa sensación de fin del mundo que todos padecíamos, Elisabetta y yo pudimos abandonarnos a un destino totalmente egoísta y a un disfrute casi absurdo de nuestra intimidad. Nada contaba realmente a nuestro alrededor. Fernando Schwartz - La reina de Serbia.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.