Una tienda de ropa en Londres. Foto Sebas Navarrete |
Desde la famosa hoja de parra
de Adán y de Eva, primera pieza de
lencería de la que se tiene constancia, la humanidad ha pasado su larga vida
ocultando el sexo y revelándolo. El desnudo no deja espacio a la fantasía, es
demasiado prosaico. Lo que excita es la insinuación, la danza de los siete
velos, el striptease, ese ritual erótico de desnudar el cuerpo lentamente y, al
llegar al sexo, mostrarlo apenas un instante antes de ocultarlo de nuevo. Vestir
el sexo es, en realidad, el gran juego. Velarlo para intensificar su presencia
y el deseo. Nuria Barrios, El País Semanal, 12/04/2015.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.