Foto Sebas Navarrete. Enero 2015 |
Abandonar la patria nos permite
descubrir cómo esta palabra depende de quien la administra, o de quien nos
impone su idea de ella. Las patrias, las naciones, son términos absolutamente vacíos,
o repletos de retumbes estruendosos y atontadores, a los que pretenden dar
contenido, muchas veces, quienes nos utilizan y nos engañan, aprovechándose de
las ignorancias con que, por el abandono de la escuela, de los institutos y
universidades, se nos ha alimentado.
La patria es algo que cada
individuo construye desde la decencia y claridad de su propio ser. Por eso he
dicho alguna vez que no deberíamos enorgullecernos por ser de algún sitio, ni
siquiera por tener una determinada lengua materna –se puede ser perfectamente
imbécil en castellano, en inglés, en vasco, en catalán, en francés-. La lengua
materna en la que por casualidad hemos nacido tiene que hacerse lengua matriz,
convertirse en lengua propia hecha de libertad, de racionalidad y de sensibilidad.
Extraído de “Los libros y la libertad” de Emilio Lledó.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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