Cambiemos nuestra forma de pensar.
Es preocupante que mientras vemos cómo la pobreza se
extiende a nuestro lado no seamos capaces de hacer nada, incluso pensando de
forma egoísta que los próximos podemos ser nosotros. Preferimos curar nuestra
culpa donando ropa o colaborando económicamente con la compra de juguetes o
comida para los más necesitados, en vez de pensar por qué ocurren estas
desgracias e indignarnos con la situación existente y como consecuencia
rebelarnos luchando, de forma cívica y constructiva, por cambiarla. Confundimos
pues caridad con solidaridad.
La caridad es simplemente que los más poderosos, o los
que pueden, se curen de sus culpas donando bienes materiales para paliar la
situación de aquellos que sufren los daños colaterales de un sistema que
permite que unos pocos tengan demasiado, mientras otros muchos tienen muy poco,
sin ninguna intención de cambiar las cosas. Por su parte la solidaridad es una
relación entre iguales, afectados y no afectados, que entienden que existe una
situación injusta y se unen para conseguir sobrepasarla y buscar soluciones.
Dejemos ya de pensar en clave cristiana y pensemos en
clave social, si queremos un mundo más justo debemos ser menos caritativos y
más solidarios.— Carta al director, El País 28 de diciembre 2013, de Juan Francisco Rodríguez Gómez, Tordesillas
Valladolid.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.