Ribadesella (Asturias) foto Sebas Navarrete |
Lugares que amamos, de Ivan V. Lalic.
Los lugares que una vez amamos existen sólo por nosotros.
¿Espacios destruidos? Sólo una ilusión en la constancia del tiempo:
los lugares que amamos no podemos abandonarlos,
los lugares que amamos juntos, juntos, juntos…
Y esa habitación ¿es realmente una habitación o un abrazo?
Tras la ventana ¿hay una calle o años?
Y la ventana no es más que la huella dejada por
la primera lluvia que entendimos, en uno de los innumerables retornos;
y este muro no define la habitación, tal vez la noche
en que tu hijo comenzó a moverse en tu sangre dormida,
un hijo como una mariposa de fuego en tu pasillo de espejos
aquella noche en que tu propia luz te amedrentó…
Y esta puerta se abre a cualquier tarde
que la sobreviva, habitada por siempre
por tus movimientos casuales, mientras caminabas,
como fuego en el cobre, cada vez más hondo en mi memoria;
cuando marchas, el espacio se derrama como el agua tras de ti.
No mires atrás: nada existe fuera de ti.
El espacio no es sino tiempo que adopta una forma nueva.
Habitamos, superpuestos, todos los lugares que una vez amamos.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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