viernes, 21 de septiembre de 2007

Vive


“El hombre sabe con certeza - con la mayor certeza - que tiene que morir; y, sin embargo, vive. El hombre conoce su final: el más común de todos los destinos, lo único infalible, la única verdad palmaria y evidente. Y, a pesar de ello, con valentía, en vez de suicidarse y concluir de un tajo la torturante espera, se echa en brazos de la esperanza, prosigue en su incierta andadura, y vive, y vive, y vive.”

“Por mucha parsimonia y mucha prudencia conque se administre las oportunidades de la vida, nadie alargará la suya ni una hora. Sobre el reducido mapa que nos representa ya hay una roja cruz que señala el lugar y la fecha. Al cobarde lo acompañará, hasta el fin escrito, su pavor nada más; al hipocondríaco, las amenazas falsas o reales no le consentirán desplegarse, ni fortalecerse, ni medrar; al valetudinario, acongojado en su rincón, sólo se le concede el dudoso privilegio de morir viéndose hacerlo.

Por el contrario, los que extienden la vida y la rezuman son quienes la malgastan, quienes la desperdician sea cual sea su tamaño, quienes la ejercen con fruición y la devoran como una fruta apetitosa, quienes atraviesan sus desfiladeros de peligro y desdicha con una sonrisa entre los labios. El verdadero amante de la vida, es decir, el que más la merece, será quien se sienta incapaz de detenerse, aquel al que la impaciencia le consume, a quien la urgencia de vivir se le imponga como un feliz tormento. El viviente auténtico es el que derrama su salud como un pródigo, no el que la acapara como un oscuro avaro. El problema no es del destino, sino de actitud ante el destino.

Quien empieza una obra ilusionada, en su trabajo lleva su recompensa: si no la concluye, la proseguirá quien recoja el testigo en esta carrera de relevos que nunca se termina. Quien vivió con valor y alegría deja detrás su estela. Quien confirma que el caudal de la vida es preferible desplomarlo de pronto a diluirlo sin ninguna ventaja entre la arena, es el poseedor de la clave adecuada. Porque es cierto que los amados de los dioses mueren jóvenes, también lo es que murieron así, cualquiera que sea la edad a que se muera, joven se morirá.” EL PAÍS SEMANAL, domingo 12 de mayo de 1996. Antonio Gala. Morir joven.

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