jueves, 21 de agosto de 2008

Tristeza.

Ante tragedias como la ocurrida en la tarde de ayer en el aeropuerto de Barajas, faltan palabras para dar ánimo a los familiares de los fallecidos, lo siento. Deseo una pronta recuperación para los heridos.

lunes, 18 de agosto de 2008

Opiniones respetables

El dogma repetido incansablemente dice: todas las opiniones son respetables. Esto me preocupa mucho. Porque no todas las opiniones son dignas de respeto. Unas son verdaderas, otras son falsas. Las personas pueden ser dignas de respeto pero sus opiniones deben someterse a discusión. Desgraciadamente, hoy en día cada crítica o discusión es considerada como muestra de desdén y falta de respeto.
El breve libro de Harry Frankfurt, titulado On Bullshit habla del predominio común de la bobada y las chorradas, cosas peores que una mentira. Porque el mentiroso se esfuerza para que su interlocutor le crea. En cambio, a los que dicen chorradas esto no les importa en absoluto. Nada importa, ni la verdad, ni la mentira, uno dice lo que en un momento preciso le complace o le sirve de algo. Por eso los medios de comunicación e Internet están llenos de bobadas. Así son estos tiempos postmodernistas. Fernando Savater.

viernes, 15 de agosto de 2008

Luz.


Me gustaría saber de qué color es la luz de una vela
cuando está apagada.
Lewis Carroll, Seudónimo del escritor inglés Charles Lutwidge Dodgson. 1832-1898.
Autor de Alicia en el país de las maravillas.

jueves, 14 de agosto de 2008

Estar vivo.



Para identificar el frío, nuestro cerebro necesita tener una noción del calor. Sólo contraponiéndolos puede incorporarlos a la conciencia. Para conocer de verdad lo que significa estar vivo, lo tiene mucho más difícil; le falta el otro extremo de la comparación, pues no nos es posible saber qué significa estar muerto. Por eso necesitamos edificar nuestra identidad sobre un armazón de leyendas que no siempre tienen la solidez deseada. Ante la ausencia de verdad, construimos la mentira. "Mentira" de Enrique de Heriz.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El estado 4.


Si usted tiene reservas sobre el sistema y quiere cambiarlo, dice el argumento democrático, hágalo dentro del sistema: preséntese como candidato a un cargo político, sométase al escrutinio y el voto de sus conciudadanos. La democracia no permite una política fuera del sistema democrático. En este sentido, la democracia es totalitaria.
Si usted discrepa de la democracia en una época en la que todo el mundo afirma ser en cuerpo y alma demócrata, corre el peligro de perder el contacto con la realidad. A fin de recuperar el contacto, en todo momento debe recordarse lo que supone enfrentarse al estado, el estado democrático o cualquier otro, en la persona del funcionario estatal. Entonces pregúntese: ¿Quién sirve a quién? ¿Quién es el siervo, quien el amo? J.M. Coetzee, premio Nobel de literatura. Diario de un mal año.

viernes, 8 de agosto de 2008

Los ancianos.


El asunto de los ancianos se trata desde las estadísticas porque hemos llegado a ese punto en el que no es posible relacionarse con él moralmente. Las estadísticas pueden tener ideología, pero carecen de moral. Juan José Millas. El País, 18 de agosto 2005.

jueves, 7 de agosto de 2008

El estado 3.


Es increíble ver cómo la población, una vez que ha sido sometida, cae de repente en un olvido tan profundo de su independencia anterior que le llega a ser imposible despertarse y recuperarla; de hecho, se apresta a servir tanto sin que la inciten, tan libremente, que, al verlo, uno diría que no ha perdido su libertad sino ganado su servidumbre. Quizá sea cierto, de entrada, que uno sirve porque ha de hacerlo, porque le obligan a ello, pero quienes vienen después sirven sin que les pese, y por su propia voluntad hacen lo que sus predecesores hicieron bajo coacción. Resulta así que los hombres, nacidos bajo el yugo, criados en servidumbre, se contentan con vivir como nacieron… adoptando como su estado natural las condiciones bajo las que nacieron. Étienne de la Boétie, joven amigo de Michael de Montaigne lo escribía en 1549.

miércoles, 6 de agosto de 2008

El estado 2.


Nacemos súbditos. Desde el momento en que nacemos somos súbditos. Un distintivo de esa condición es el certificado de nacimiento. Ese estado perfeccionado detenta y protege el monopolio de certificar el nacimiento. O bien te dan el certificado del estado (y lo llevas contigo), con lo que adquieres una identidad que durante el curso de tu vida le permite al estado identificarte y seguir tu rastro (dar contigo), o bien vives sin identidad y te condenas a vivir fuera del estado como animal (los animales no tienen documentos de identidad).
No solo no puedes ingresar en el estado sin certificación: para el estado no estás muerto hasta que se certifica tu muerte; y solo puede certificar tu muerte un funcionario que, a su vez, detenta una certificación del estado. El estado procede a la certificación de la muerte con extraordinaria meticulosidad, como lo prueba el envío de un gran número de científicos forenses y burócratas para inspeccionar y fotografiar y manosear y empujar la montaña de cadáveres humanos que dejó tras de sí el gran tsunami de diciembre de 2004, a fin de establecer sus identidades individuales. No se repara en gastos para asegurar que el censo de súbditos esté completo y sea exacto.
Que el ciudadano viva o muera no es algo que preocupe al estado. Lo que le importa al estado y sus registros es saber si el ciudadano está vivo o muerto.

martes, 5 de agosto de 2008

El estado.


Toda explicación del los orígenes del estado parte de la premisa de que “nosotros” (no los lectores, sino algún nosotros genérico, tan amplio que no excluya a nadie) participamos en al creación del estado. Pero lo cierto es que el único “nosotros” que conocemos (nosotros mismos y las personas que nos rodean) nacemos en el estado; y nuestros antepasados, hasta tan lejos en el tiempo como podamos remontarnos, también nacieron en el estado. El estado está siempre ahí, antes que nosotros.
Si, pese a la evidencia de nuestros sentidos, aceptamos la premisa de que nuestros antepasados crearon el estado, entonces debemos aceptar también lo que esto comporta: que, si lo hubiésemos elegido, nosotros o nuestros antepasados podríamos haber creado el estado de alguna otra forma; tal vez, también, que podríamos cambiarlo colectivamente si así lo decidiéramos. Pero lo cierto es que, incluso colectivamente, a quienes están “bajo” el estado, a quienes “pertenecen” al estado, les resultará difícil de veras cambiar la forma del estado. Desde luego carecerán (carecemos) de poder para abolirlo. J.M. Coetzee, premio Nobel de literatura. Diario de un mal año.

lunes, 4 de agosto de 2008

Libertad.


“Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe... Sólo la cultura da libertad... No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”. Miguel de Unamuno.

viernes, 1 de agosto de 2008

La ignorancia.


Uno quisiera saber el nombre de cada árbol, de cada pájaro que ve cruzar por la carretera o volar lentamente en el cielo nublado. No saber cómo se llama una flor amarilla o violeta que tengo delante de los ojos o una planta aromática con pequeñas corolas azules me enoja conmigo mismo, me hace pensar que las cosas no las veo del todo mientras no pueda nombrarlas, así que mi desconocimiento es una forma de ceguera, un torpe andar a tientas en medio del espectáculo admirable del mundo. Me acuerdo con remordimiento y envidia del modo en que saben nombrar las plantas y los matices del reino mineral Miguel Delibes o Antonio Machado: no hay más poesía que la exactitud. Despojado de palabras, yo viajo mirando y señalando con el dedo las cosas cuyo nombre ignoro. Antonio Muñoz Molina.