Era fácil, y gustoso, ir acomodándose
a aquella rutina recién estrenada, que algo tenía ya de sedante, pero que aún
desconocía la súbita pesadumbre del tedio o las punzadas de nostalgia por las
vidas futuras que ya nunca habrían de ser vividas. Esa era, pues, la felicidad.
Ese era todo su secreto.
Lluvia fina de Luis Landero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.