Puede considerarse la
primera instantánea de la historia, la araña se disponía a abalanzarse sobre su
presa una avispa cuando de repente una gota de resina petrificó la escena. Esta
pieza cristaliza la quintaesencia de lo fotográfico, el preludio de la
aportación Cartier-bressoniana: un parpadeo en el acontecer para garantizar la
perdurabilidad absoluta, una brevísima fracción de tiempo para asegurar el tiempo
eterno, un momento en definitiva que se tutea con la eternidad. La acción tuvo
lugar en el valle de Hukawng en el país asiático de Myanmar, durante el
Cretácico Temprano, hace unos cien millones de años.
Extraído de "La furia de las imágenes, notas sobre la postfotografía" de Joan Fontcuberta.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.