Cádiz, abril 2017. Foto Sebastián Navarrete |
Cádiz, abril 2017. Foto Sebastián Navarrete |
El libro
La palabra libro está muy cercana
a la palabra libre; sólo la letra final las distancia: la o de libro y la e de
libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber (libro), pero lo cierto
es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos
creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la
ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres
milenarias y turbios legionarios, del oprobio, de la trivialidad, de la
pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos,
establece la individualidad, al mismo tiempo fortalece a la sociedad, y exalta
la imaginación. Ha habido libros malditos en toda la historia, libros que
encarcelan la inteligencia, la congelan, y manchan a la humanidad, pero ellos
quedan derrotados por los generosos, como el Quijote, La guerra y la paz, las
novelas de Galdós, todo Dickens, todo Shakespeare, La montaña mágica, lo poemas
de Whitman, y los de Rubén Darío, López Velarde, Pablo Neruda y Octavio Paz,
Antonio Machado, Luis Cernuda y tantísimos más que derrotan a los otros. Si el
hombre no hubiese creado la escritura no habríamos salido de las cavernas. A
través del libro conocemos todo lo que está en nuestro pasado. Es la fotografía
y también la radiografía de los usos y costumbres de todas las distintas
civilizaciones y sus movimientos. Por los libros hemos conocido el pensamiento
chino, griego, árabe, el de todos los siglos y todas las naciones. En fin, el
libro es para nosotros un camino de salvación. Una sociedad que no lee, es una
sociedad sorda, ciega y muda. Sergio Pitol, premio Cervantes 2005.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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