Corés, Concejo de Somiedo, Asturias. Foto Sebastián Navarrete |
Las
crónicas narran que, tras cuatro meses de asedio, el califa Omar (632)
conquistó Jerusalén sin ningún género de violencia. Entró como peregrino, a
lomos de un camello y vistiendo un manto usado. A la hora de la oración, el
patriarca de Jerusalén, Sofronio, le ofreció su iglesia para que rezase en
ella; pero Omar declinó la invitación con estas o parecidas palabras: mejor no,
no sea que el día de mañana, después de mi muerte, algún musulmán te la
arrebate diciendo: “Aquí oró Omar”. Manuel Fraijó, catedrático de filosofía.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.