Estatua Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. Agosto 2016.Foto Sebastián Navarrete |
Estatua Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. Agosto 2016.Foto Sebastián Navarrete |
En el centro de la Plaza Mayor se alza una estatua
ecuestre del Rey Felipe III, construida a principios del siglo XVII. Esta
estatua tiene una curiosa historia. Si miramos el caballo actual observaremos
que su boca está soldada y cerrada, pero no siempre estuvo así. Originalmente
la estatua fue fundida en Florencia por Juan de Bolonia y fue finalizada por
Pietro Tacca, la boca del caballo estaba abierta lo suficiente para que un pájaro
pequeño se colara por ella. Los pajarillos solían posarse en la boca y después
entrar por el estrecho pasillo de la garganta que conducía a las oscuras
entrañas del caballo. Una vez allí, los pobres pajarillo revolotean en la
oscuridad intentando encontrar una salida sin éxito.
Durante cientos de
años nadie supo de la existencia de semejante trampa mortal para gorriones. Hasta
que en 1931, año en que se proclamó la II
República y en el que el sentimiento antimonárquico se había
desatado, las celebraciones alcanzaron tal magnitud que un grupo de personas
empezaron a destruir la estatua. Una de ellas lanzó un petardo de gran potencia
en el interior de la boca del caballo, haciendo explotar el vientre de éste. Para
sorpresa de todos los allí congregados, de repente el aire se llenó de cientos
de diminutos huesos de pájaro, con lo que se descubrió lo que durante siglos había
sido un oscuro y profundo secreto, el “cementerio de gorriones” Tras la Guerra Civil el escultor Juan Cristóbal
restauró la estatua, esta vez con la
boca del caballo sellada.
Extraído de “Madrid
Oculto” de Marco y Peter Besas.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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