martes, 30 de agosto de 2016

El "cementerio de gorriones" una curiosa historia

Estatua Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid.
Agosto 2016.Foto Sebastián Navarrete

Estatua Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. Agosto 2016.Foto Sebastián Navarrete

En el centro de la Plaza Mayor se alza una estatua ecuestre del Rey Felipe III, construida a principios del siglo XVII. Esta estatua tiene una curiosa historia. Si miramos el caballo actual observaremos que su boca está soldada y cerrada, pero no siempre estuvo así. Originalmente la estatua fue fundida en Florencia por Juan de Bolonia y fue finalizada por Pietro Tacca, la boca del caballo estaba abierta lo suficiente para que un pájaro pequeño se colara por ella. Los pajarillos solían posarse en la boca y después entrar por el estrecho pasillo de la garganta que conducía a las oscuras entrañas del caballo. Una vez allí, los pobres pajarillo revolotean en la oscuridad intentando encontrar una salida sin éxito.

Durante cientos de años nadie supo de la existencia de semejante trampa mortal para gorriones. Hasta que en 1931, año en que se proclamó la II República y en el que el sentimiento antimonárquico se había desatado, las celebraciones alcanzaron tal magnitud que un grupo de personas empezaron a destruir la estatua. Una de ellas lanzó un petardo de gran potencia en el interior de la boca del caballo, haciendo explotar el vientre de éste. Para sorpresa de todos los allí congregados, de repente el aire se llenó de cientos de diminutos huesos de pájaro, con lo que se descubrió lo que durante siglos había sido un oscuro y profundo secreto, el “cementerio de gorriones” Tras la Guerra Civil el escultor Juan Cristóbal  restauró la estatua, esta vez con la boca del caballo sellada.  

Extraído de “Madrid Oculto” de Marco y Peter Besas. 

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