Contemplar durante el
tiempo suficiente, cualquier cosa acaba por convertirse en un acontecimiento.
El mero transcurrir muda la naturaleza de lo banal en trascendental. Por
humilde que sea, un hecho sometido a una atención desmesurada acaba por
resultar fascinante: un rastro de saliva sobre la madera; una bolsa de plástico
movida por el viento; las idas y venidas de una mosca en un frutero. Estos tres
sucesos, admirados con penetración y paciencia, resultan tan mágicos y resonantes
como la contemplación de la constelación de Andrómeda. El oficio de mirar es el
más venerable. También la actividad preferida del sedentario. No hay que
moverse para hacerlo. Es suficiente con abrir los ojos y contemplar lo que sucede.
Extraído de la novela "El Sistema" de
Ricardo Menéndez Salmón. Editorial Seix Barral.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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