Foto y diseño Sebas Navarrete |
Odia el delito y compadece al delincuente. Esta idea de la gallega Concepción Arenal y las de reinserción del delincuente nos llevaron en
Habría que diferenciar dos tipos
de delincuentes: los políticos y los llamados comunes. Los primeros, nos guste o no reconocerlo, no serían delincuentes de no existir el “problema político”. De
hecho, desde la tregua indefinida, ETA no ha vuelto a cometer un asesinato. El
problema, pues, será político y humano, pero no resulta digerible que se tumbe,
por esos motivos, uno de los pilares de nuestro sistema constitucional. Y no
creo que los criminales yihadistas –que están dispuestos a inmolarse- dejen de
serlo porque se endurezcan las penas. Entonces, ¿por qué esta reforma?
Respuesta: maquillaje electoral. Podría argumentarse que la norma se ha
reformado –y no es esta la razón- porque es intolerable que salgan a la calle
violadores o asesinos en serie que volverán a reincidir cuando se encuentren
libres, algo que cuando se aprobó la ley de 1979 no se conocía con la certeza
que hoy se conoce. Pero este no es problema, pues este tipo de delincuentes
podrían esta controlados con medidas psiquiátricas y policiales, sin necesidad
de desarbolar nuestro sistema penal y penitenciario.
Cuando algunas personas nos
enrolamos en el Partido Popular entre 1993 y 1996 –lo que no hubiésemos hecho
de persistir Alianza Popular- creíamos que eso de la regeneración iba en serio
y que sería una especie de lluvia fina en todos los órdenes: políticos (mayor
presencia del debate político), institucionales (presencia de los mejores en
los más adictos) partidos políticos (lucha contra la patrimonialización y su
consecuencia, la corrupción). Hoy, quienes entonces tuvimos tanta ilusión, nos
sentimos anonadados pues la lluvia fina que ha caído nos ha dejado helados
hasta los huesos. Y la última llovizna es esta atolondrada medida legislativa:
la prisión permanente revocable. El País 2 de febrero 2015. Jorge Trías
Sagnier, abogado, escritor y exdiputado del PP.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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