Cascais, Portugal noviembre 2014. Foto Sebas Navarrete |
Más allá de la
vida de la naturaleza que nos identifica con los demás mamíferos, hay otro
impulso, otra energía, que eleva y transforma nuestro originario estar. Y esa
transformación sobreviene y palpita en el lenguaje y en el uso que aprendamos a
hacer de él. No solo estamos en el cálido cobijo del espacio, sino que
habitamos en el tiempo no medido de las palabras.
La “existencia
interior” a la que Humboldt se refiere exige siempre ser recobrada, ser vivida
desde el fondo de cada consciecia personal, de cada lenguaje. La necesidad de
saber, de interpretar, requiere también mantenerse despierto a la luz de la
reflexión y no sucumbir ante la opresión de conceptos resbalados por nuestra
mente, recorridos por la ignorancia y la sumisión, alojados en el lenguaje de
los otros, de quienes no nos “hacen” hablar, sino que pervierten y aniquilan la
capacidad de entender. Extraído de “Los libros y la libertad” de Emilio Lledó
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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