Gran Vía de Madrid. Foto Sebas Navarrete |
En una época de
paro, explotación y supresión de derechos laborales, los sindicatos de clase
deberían gozar de un protagonismo del que huyen como de la peste. En una época
de políticas de extrema derecha, con atentados gravísimos a las libertades
individuales (la ley del aborto,verbi gratia), los partidos de
izquierda deberían brillar como el neón en las encuestas de intención de voto.
En una época de mentiras públicas diarias, lanzadas a granel en los
telediarios, en las emisoras de radio y hasta en el Congreso de los Diputados,
la verdad debería declararse Patrimonio de la Humanidad o ser objeto al menos
de los cuidados de las especies en extinción. En una época en la que la
monarquía se falta el respeto a sí misma cada martes y cada jueves, la
República debería constituir una aspiración moral de proporciones ciclópeas. En
una época en la que se contempla pasivamente cómo un grupo de inmigrantes se
ahoga intentando alcanzar la orilla o, peor aún, se contribuye a que mueran con
disparos de pelotas de goma, los que se llaman a sí mismos defensores de la
vida deberían incinerarse a lo bonzo ante el Ministerio del Interior para poner
en evidencia el cinismo gubernamental. En una época en la que los bancos roban
a sus clientes, en la que a los políticos se les descubren cuentas en Suiza un
día sí y otro también, en la que los enfermos agonizan y mueren en los pasillos
de los hospitales, en la que el peso de la carga fiscal cae sobre las clases
medias y bajas, y en la que se amnistía a los defraudadores de gran tonelaje,
el periodismo de denuncia debería conocer uno de sus momentos de gloria:
deberíamos hacer cola por la mañana, a la espera de que abrieran los quioscos,
para conocer el escándalo del día.
¿Qué ocurre
entonces? No sé, quizá, que la obsesión por lo que nos pasa, nos impide
averiguar lo que pasa. Juan José Millas. El País 28/02/2014.
Muchas gracias por hacerme reflexionar con tus entradas y disfrutar con tus fotos.
ResponderEliminarSaludos.