¡Ah!
¡Cuántos días de otoño y de invierno pasados fuera de la ciudad, tratando de oír
lo que había en el viento, oírlo y hacerlo palabras! En ello he invertido casi todo mi capital y en la misma empresa he perdido el aliento, corriendo e
intentando alcanzarlo. Otras veces miraba desde el observatorio que me
proporcionaba un árbol o una roca, tratando de telegrafiar la noticia de alguna
llegada, o esperaba al atardecer sobre la cima de una colina, atento a lo que
pudiera caer del cielo, como si pudiera apoderarme de algo, poca cosa en cualquier
caso y que, al igual que el maná, se disolviera de nuevo en el sol. Henry David
Thoreau, “Walden”
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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