Espasante, La Coruña, julio 2017. Foto Sebastián Navarrete |
Imagínate el
tiempo como un perro que huye,
enseñando los
dientes, con la cabeza vuelta.
O bien como la
mar, que, cuando sube,
crecida en su
delirio, parece más pequeña.
La memoria es la
esfera de niebla de un reloj
que valora las
horas sólo cuando mueren.
(Vigila el
pensamiento, que es fuente del terror.
Y mueve con
cuidado
las fichas de la
suerte.)
Todo avanza sin
fin, aun teniendo un final,
y se hace todo
extraño como un cerro de oro
en manos de un
bufón
que ríe, sufre y
baila.
El tiempo que nos
queda perdió su eternidad.
De modo que
aceptamos su fluir, porque tan sólo
lo fugitivo alivia
de la nada.
Prólogo y
logomaquia. Felipe Benítez Reyes
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
Te doy las gracias por opinar y participar. Saludos.