Se quiere
culpar a Facebook, Trump o Putin por inaugurar una era nueva y espantosa,
recuerde que hace muchos siglos millones de cristianos se encerraron en una
burbuja mitológica que se refuerza a sí misma, sin atreverse nunca a cuestionar
la veracidad de los hechos narrados en la Biblia, mientras que millones de
musulmanes depositaron su fe inquebrantable en el Corán. Durante milenios,
muchas de las cosas que pasaban por “noticias” y “hechos” en las redes sociales
humanas eran relatos de milagros, ángeles, demonios y brujas, con valientes
periodistas que informaban en vivo y en directo desde los pozos más profundos
del inframundo. Carecemos de toda prueba empírica de que Eva fuera tentada por
la Serpiente, de que las almas de los infieles ardan en el infierno después de morir
o de que al creador del universo no le guste que un brahmán se case con una
intocable, pero millones de personas han creído en estos relatos durante miles
de años. Algunas noticias falsas duran para siempre.
“21 lecciones para el siglo XXI” de Yuval Noah
Harari.
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¿Y como voy a saber lo que pienso si no lo he dicho todavía? E.M. Forster.
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